Venganza

En las mesas de juego de San Agustín de las Cuevas, se planea la venganza por el engaño de Santiago. Disfruta de los siguientes cuatro episodios por Madame Calderón de la Barca.

En las mesas de juego de San Agustín de las Cuevas, se planea la venganza por el engaño de Santiago. Escucha gratis los últimos cuatro episodios del Gallinero Descabellado.

San Agustín de las Cuevas
que aglutina la pasión de Cristo
con la pasión de los juegos de azar. 

En México se cree en la suerte. De ahí la importancia de los juegos de azar. La afición por la lotería y las cartas es herencia española. Hernán Cortés y sus acompañantes traían consigo la baraja de oro, copas, bastos y espadas, por lo que en tierras americanas se jugó desde temprano. El cantar de la lotería tuvo gran difusión en México durante el siglo XIX. Y aunque las apuestas estaban prohibidas, el lugar «clandestino» por excelencia fue San Agustín de las Cuevas, la antigua capital del Estado de México, hoy el centro de la delegación Tlalpan.

Fuente: Museo Soumaya – Fundación Carlos Slim

El engaño de Santiago
(audio-cuento y guión)

El engaño de Santiago

Crescencia teme el engaño de Santiago y que esté planeando apostar todo lo que tienen. Le pide a Fanny que la acompañe a las fiestas para evitarlo.

CORA: (Arrepentida.) Vino el recadero con una carta para la señora.

FANNY: (De mal humor.) ¡Pásamela!  Es Crescencia, volvió a desaparecer Santiago…

CORA: (Irónica.) ¡Pobre palomita!

FANNY: ¿Por qué la desestimas, Cora?

CORA: (Con ironía.) ¡Pero si yo la adoro!

FANNY:  Casualmente, tuve una discusión esta mañana con un inglés que se quejaba amargamente de la falta de sinceridad de los mexicanos…

CORA: ¿Y se preguntó si Crescencia será sincera?

FANNY: (Irónica.) No estaba pensando en Crescencia…

CORA: ¡Pobre inglés! Qué pena que los mexicanos lo hagan sufrir…

FANNY: ¡Qué habilidad para cambiar de tema! Mejor canta, Cora.

CORA: Ejem, ejem, ejem…

FANNY: ¿Y ahora qué, Cora?

CORA: El recadero espera.

FANNY: Permíteme leer la nota… (Se escucha que toma el papel.) ( Murmura, leyendo muy rápido.) Contéstale que sí.

-Transición-  

CORA: (Grita como un soldado.) ¡La señora Crescencia está en la sala!

FANNY: ¡Deja de asustarme, Cora! Hazla pasar y vete de una vez.

(SONIDOS: Pasos que se alejan. Se abre y cierra la puerta. Los pasos se alejan más. Luego, se escuchan los pasos de dos mujeres que se acercan. Se cierra y se abre la puerta. Los pasos se acercan.)

FANNY: (Preocupada.) La estaba esperando. ¿Cómo está usted?

CRESCENCIA: ¿Está usted bien?

FANNY: (Muy seria.) ¿Todo está bien?

CRESCENCIA: Sí, gracias. ¿El señor…?

FANNY: Sin etiqueta, Crescencia, debo decir que me sorprendió su recado…

CRESCENCIA: Lo que le tengo que pedir, no lo podía escribir en una nota para diversión de los criados…

CORA: (Tararea.)

CRESCENCIA: (Bufa y continúa.) ¿Supo, señora, que por la gran necesidad de lluvias trajeron a la Virgen de los Remedios?

FANNY: Sí, la virgen gachupina.

CRESCENCIA: ¡Eso es muy grosero, no debería usted hablar así, señora Fanny!

FANNY: ¡Discúlpeme! Es la influencia de Cora…¡Gracias a Dios que me sucedió con usted que es de confianza! Sería una vergüenza mayor frente a otras personas… ¡Cora, retírate!

CORA: Sí, señora Fanny.

(SONIDO: Los pasos de Cora se alejan.)

CRESCENCIA: Qué alivio que se fue la chusma. (Suspira. Sigue, angustiada.) Se trata de Santiago, se llevó todo lo de valor que teníamos en casa. Temo que esté planeando apostar en las fiestas de San Agustín.

FANNY: No llore, Crescencia, es usted tan joven, tiene tanto por delante, ya verá que todo se va a solucionar…

CRESCENCIA: ¡Tengo miedo de que me deje, y sin nada! Necesito ir a las fiestas con ustedes. ¿Podría hacerme ese favor…

FANNY: Por supuesto, Crescencia. Ya estamos en medio de los preparativos. Llevaré a Cora conmigo…

CRESCENCIA: (Con desprecio.) ¡¿A Cora?!

FANNY: ¿Por qué la menosprecia? Todas las señoras la adoran…

CRESCENCIA: Disculpe usted, Fanny. Gracias por permitirme ir con ustedes.

¿Puede dejarla sin nada?
(audio-cuento y guión)

¿Puede dejarla sin nada?

En su desesperación, Crescencia le confía a Fanny que Santiago les había prestado dinero a los rebeldes a cambio de un puesto alto y mucho poder. 

FANNY: La Plaza de San Agustín de las Cuevas está muy animada. Por todos lados se ven mesas cubiertas con montones de monedas de cobre. Lámparas de latón y velas de sebo, torcidas, gotean grasa y aceite. Unos chicos harapientos se afanan sirviendo pulque en vasos rajados. En una mesa, hay un banquero, un hombre enormemente gordo, con un pañuelo blanco y sucio amarrado a la cabeza, que cubre un sombrero roto echado a medio lado. Junto a él se sientan dos mujeres de aspecto libertino. Definitivamente están aquí todos los que se arruinaron con el intento de golpe de estado, es la gran oportunidad de recuperar sus fortunas.

CRESCENCIA: Fanny, estoy desesperada. ¡Por favor, no puedes contarle esto a nadie! Sé que Santiago les prestó dinero a los rebeldes, con la esperanza de que ganarían… le prometieron un puesto alto y mucho poder. Y ahora temo que él pierda la herencia de mi familia…

FANNY: ¿Puede dejarte sin nada?

CRESCENCIA: Puede y lo hará si, como temo, ya no me ama.

CORA: No tema quedarse sin nada, las señoras de las mejores clases organizan constantemente maravillosas fiestas en beneficio de los pobres.

CRESCENCIA: Fanny, ¿está dispuesta a permitir semejante impertinencia?

FANNY: Escuchémosla, dice eso porque sabe algo. He llegado a conocerla.

CRESCENCIA: (Con odio.) ¡Es una lépera! (Calmándose.) Pero si usted lo dice…

CORA: Santiago usó la hacienda como garantía para jugar al monte ayer.

(SONIDO: Las dos mujeres expresan su espanto.)

FANNY: No se desmaye usted, Crescencia, que Cora no ha terminado. ¡Cora!

CORA: (Divertida.) El señor ganó once lingotes de oro. Dijo que regresaría hoy mismo a México.

(SONIDO: Las dos mujeres suspiran de alivio.)

FANNY: Ya le decía yo que (no) se apresurara en desmayarse…

CORA: Sin embargo, el señor Don Barragán le rogó a Santiago que se quedara a cenar…

FANNY: ¡Cora!

 CORA: El señor Santiago aceptó y…

CRESCENCIA: ¡Y no me digas más, hoy volverá a apostar, es como si estuviera endiablado! Recemos para que gane.

FANNY: Debes impedírselo. Ve esto: todos están endiablados con el juego. Los mendigos juegan en las esquinas de las calles y debajo de los arcos; los jóvenes juegan en grupos en la plaza; los cocheros y los lacayos juegan en las puertas de los carros.

CRESCENCIA: (Con impaciencia). ¿Te molestaría acompañarme a buscar a Santiago? Temo que ya debe estar apostando…

Se trama un plan
(audio-cuento y guión)

Se trama un plan

Entre mujeres libertinas y hombres entregados al placer, Crescencia acepta la ironía de que quizás una criada sea quien más pueda ayudarla en este difícil momento. 

(SONIDO: Jolgorio, gritos animosos y ruidos de apuestas.)

CRESCENCIA: ¡Ve qué mujeres tan vulgares, con sus ojos puercos fijos en el juego!

FANNY: El banquero está muy bien alimentado. Tiene ojos de mujeriego y cara de estafador.

CRESCENCIA: (Riendo.) ¡Podrías estar hablando de mi esposo!

CORA: (Aparte.) El señor banquero parece más honesto…

GORDO: ¡Hagan sus apuestas!

FANNY: ¡Mira! ¡Una se inclina hacia adelante para que él pueda verle los pechos, mientras la otra roba las monedas de la apuesta!

MUJER UNO: ¿Crees que el presidente Bustamante pierda en la mesa?

MUJER DOS: Eso si la banca quiere…

GORDO: ¡Mímenme un poco para que les dé suerte!

CRESCENCIA: (Consternada.) Pero ¿qué hacen?

CORA: Las mujeres se pegan al gordo banquero. Una le habla al oído y la otra le besa el cuello.

CRESCENCIA: ¡Eso puedo verlo!

CORA: Ahora el banquero, con cara de banquete, ríe y toquetea las nalgas de ambas.

CRESCENCIA: ¡Eso también puedo verlo!

(SONIDO: Los pasos de las tres mujeres se acercan a la mesa)

MUJER DOS:  Ay, Gordo, qué mano tan larga tienes…

FANNY: ¡Mejor vámonos de aquí!

CORA: Señoras, hay algo que no ven. Permítanme averiguar. Necesitaré unos tostones, señora Crescencia.

(SONIDO: Crescencia bufa, se escucha ruido de monedas.)

FANNY: (A Crescencia.) No te enfades, confío en que Cora pueda mostrarte cómo proteger tus bienes.

CRESCENCIA: ¿Cómo? ¿Mostrando los pechos y robando?

FANNY: No hará falta, ten paciencia… Mira. Cora ya está hablando con ellas…¿ Para qué les dará los tostones? (Pausa. Continúa con un tono positivo.) ¡Ja! Mira cómo se ríen y hablan con mucha confianza con Cora.

CORA: (Se escuchan sus pasos acercándose. Contenta.) Señoras, por un treinta por ciento cualquier banquero puede pelar a quien sea o hacerle ganar una fortuna.

CRESCENCIA: ¿Y eso para qué nos sirve?

FANNY: Para asegurarte el setenta, Crescencia… ¿Debemos persuadir al banquero?

CORA: Nosotras no, señora… Son cosas de hombres, tendrá que ser el secretario de gobierno.

FANNY: No podría pedirle tal cosa, es inmoral…

CORA: La señora Crescencia se lo debería pedir y ofrecer a cambio la cabeza del traidor.

CRESCENCIA: ¿Entregar a Santiago? ¡Antes muerta!

CORA: ¡De hambre!

FANNY: Es un alto precio. Puedes hablar con sinceridad con el secretario, rogarle que se arregle con el banquero para que haga perder a Santiago, le pagas el treinta por ciento a la banca y recuperas mucho más de la mitad. Y si entregas a Santiago, ya nunca más te quitará nada.

CORA: Si lo deja bien pobre, va a terminar de lépero. 

CRESCENCIA: (Dudando.) No, no puedo hacerle eso…

FANNY: Es una decisión muy difícil, pero es la forma de tomar tu vida en tus manos. Y ya conoces la otra opción…

CORA: Deje que el señor Santiago siga paseando a sus amantes con sus joyas, señora Crescencia, y mientras, ¡rece!

FANNY: Allá está Santiago, a punto de empezar a apostar. Ya tienes que decidir…

CRESCENCIA: Acompáñeme, Fanny, hablaré con el secretario…

Pelado
(audio-cuento y guión)

Pelado

Una maquinaria perfecta digna de un reloj muy bien sincronizado hace que la única pieza que desconoce su verdadera función caiga ante su propia fragilidad.   

(SONIDO: Se reduce el volumen del sonido del fondo, mientras que incrementa el de la música de la habitación de FANNY.)

FANNY: (Escribe y lee en voz alta.)Todo lo que pasó después fue muy extraño. Crescencia habló con el secretario del presidente, y el secretario del presidente habló con el presidente Bustamante. Bustamante clavó los ojos en Crescencia y le hizo una seña con la cabeza, por lo que aceptó el trato. Entonces, el secretario habló con el banquero, que asintió a todo. Luego el secretario le habló a Manatí en el oído. Para cuando se iluminó la mesa de fieltro verde cubierta de barras de oro y plata, Manatí ya estaba acariciando y seduciendo a Santiago, con nuestro banquero cerca.

CRESCENCIA: (Con tono despechado.) ¿Para qué le envían a esa escandalosa? Ni que Santiago la necesitara para apostar.

FANNY: Déjalos que lo hagan a su modo. Ser seducido por ella es como ser reconocido dentro de las altas esferas del poder. Vela más como un trofeo que como una mujer. Mira, ahora Santiago pide bebidas para brindar con ella. Ahora que ha empezado a apostar y a ganar, no podrá detenerse en un par de rondas.

SONIDO: Se escuchan movimientos de la mesa de juegos, exaltaciones y una voz masculina frecuentemente festeja, con una mujer que halaga.)

CRESCENCIA: Ya ha ganado siete hermosos lingotes de oro macizo… ¿Cómo es posible que esto esté sucediendo? ¡¿Y si gana?!

FANNY: Déjalos, ya hicimos nuestra parte. Ahora debemos esperar. Y recuerda que metiéndonos en estos tratos no nos estamos comportando como señoras …

CRESCENCIA: ¡Lo sé! Todas hablarán de mí…

FANNY: Solo hasta que haya otro pronunciamiento o se publique otra idea de Gutiérrez Estrada y su imperio europeo. Tampoco está nada bien este empecinamiento del secretario y del presidente Bustamante en castigar a los rebeldes. Como están violando el acuerdo que hicieron con los federalistas, no mostrarán interés en las habladurías.

CORA: (Irónica.) Serán chismes de criados y no habrá nada de buena fuente…

FANNY: Mira. Santiago sigue ganando; con Manatí metiendo sus piernas entre las de él, no presta atención a nada. (Con atención.)¡Crescencia!, ahí viene el secretario, trae una carta.

CRESCENCIA: Estoy demasiado nerviosa. No la puedo leer. Hazme el favor, Fanny.

FANNY: (Lee en voz alta.) Puedes firmar, todo está correcto. Cuando todo esto acabe, los soldados te van a escoltar a México con tus posesiones.

CRESCENCIA: ¿Ahora mismo? ¡Pero si Santiago está ganando una fortuna! ¡Dios me ayuda! (Dolida.)¿Manatí lo está animando a jugar a todo o nada? ¡Por Dios! Él está apostando todos nuestros lingotes de oro y la hacienda.

CORA: Señora Crescencia, baje la voz; no sea cosa que la vea y la quiera apostar.

(FANNY la interrumpe.)

FANNY: Sí, es parte del plan. Pero los señores quieren que te retires antes de efectuar el arresto de Santiago. Creo que es lo mejor. Vé tranquila, ellos serán muy amables.

(SONIDO: La salida de Crescencia con su escolta. Pasos que se alejan. El principio de la pelea y del enojo de Santiago, a manera de fondo)

CORA: Santiago perdió la apuesta. ¡Mire esa risa de loco! ¡Dice que esto no ha terminado? ¡Pero si ya lo perdió todo!  Mire señora Fanny, Manatí ya lo dejó, ahí va, contoneándose. Se acercan unos soldados armados. ¿Cree que lo fusilen?

FANNY: (Abatida.) ¿Qué dices, Cora?

CORA: ¡Es broma, señora! Usted dijo que toda historia tiene dos caras, acerquémonos a escuchar la de él…

FANNY: Lo vamos a dejar así. De por sí, Calderón va a estar muy molesto conmigo por mi intervención en el asunto de Crescencia.

CORA: ¿Por qué la ayudó?

FANNY: Cuando a una la engañan y están a punto de dejarla en la miseria …

CORA: ¡No vaya a acordarse otra vez de esa Madame de Staël!

FANNY: (Se ríe suavemente.) Y tú, Cora, ¿por qué la ayudaste?

CORA: Yo la ayudé a usted.

(SONIDO: Pasos marciales de soldados con un hombre que se queja de la apuesta, del gobierno, del trato)

CORA: (Canta).

Palomito empobrecido 

engañado se te ve 

te peló tu palomita

y te encarceló también

palomita, palomo, palomo.

FANNY:  El gallito cantó su última canción. Gracias a ti, Cora, se acabaron los problemas de Crescencia.

CORA: Vivan México y la reina…

FANNY: ¡Silencio, Cora!

San Agustín de las Cuevas (1840)

Recursos de información