(SONIDO: Ponga música suave al fondo durante el resto de la escena, como si Fanny la escuchara mientras escribe. Así, al apagarse, se tiene un indicador de que el diálogo está fuera de la habitación.)
CORA: (Sale repitiendo, burlona.) La cortesía… (Burlándose de la señora Crescencia, hacia el público.) ¡Hay que ver a la señora Crescencia! No es bonita, pero sus joyas sí lo son. Es tan joven la palomita… Y tiene una de las casas más hermosas de México. Llegó como una reina en el carruaje de plata y oro de Santiago, comprado, dicen y yo repito, con dinero del juego y quién sabe de qué otras cosas. (Canta.)
Palomita inocentita
muy bonita se te ve
con esas joyas ganadas
por Santiago sabe a quién
palomita, palomo, palomo.
(SONIDO: Los pasos de Cora se alejan, se reanuda la música de la habitación de Fanny. Luego, se escuchan dos ritmos de pasos acercándose, y una puerta que se abre y que se cierra.)
FANNY: Discúlpeme, señora Crescencia. Las casas aquí son tan grandes. (Cambia su tono a queja.) Y los sirvientes no están entrenados para anunciar a las visitas. Siéntese. ¿Cómo está usted?
CRESCENCIA: Para servirla. ¿Y usted? ¿Está usted bien?
FANNY: Sin novedad (con burla cómplice.) Para servirla.
CRESCENCIA: ¡Cuánto me alegro! ¿Y cómo está usted?
FANNY: A su disposición (como dudando.) ¿Está usted bien?
CRESCENCIA: Sí, gracias, ¿y el señor?
FANNY: (Jugando.) Sin novedad y para servirla. Sírvase usted sentarse.
CRESCENCIA: Señora, usted primero.
FANNY: Primero usted…
CRESCENCIA: Después de usted.
FANNY: (Desesperada, aunque bromista.) ¡Sin ceremonias, soy enemiga de las etiquetas!
CRESCENCIA: ¿Cómo estuvo su viaje a México?
(SONIDO: Se escucha cómo se sientan y acomodan las telas de sus vestidos.)
FANNY: Fue de lo más agradable. Un poco largo, de a ratos. Los criados y el equipaje llegaron tarde, pero llegaron. Los ladrones se mezclaron con la multitud y nos siguieron con la esperanza de saquearnos. Pero todo salió bien.
CRESCENCIA: ¿El embajador se encuentra en casa?
FANNY: Él está reunido con el secretario de Estado y los ministros de la Guerra y del Interior. Calderón dejó a dos de sus escoltas conmigo, dos viejos soldados inválidos; total que me sentiré más segura después de lo que ocurrió ayer.
CRESCENCIA: ¿Qué ocurrió?
FANNY: ¡Ah! Después de un paseo a caballo, Calderón y varios caballeros tomaban café y fumaban en el balcón. Observaban a un grupo de personas, hombres y mujeres del pueblo, al parecer divirtiéndose, riéndose a veces, otras disputando y dándose de manotazos. (Relata con pasión.) De repente, uno de los hombres salió corriendo y trató de escapar saltando por encima de la pequeña pared que sostiene los arcos del acueducto. Al instante, otro hombre fue detrás de él, y con toda sangre fría sacó su cuchillo y se lo clavó en la espalda. Cayó el hombre dando un gemido. Una mujer, quizás la del mismo asesino, le dio de puñaladas en el corazón (Con marcado asombro.) mientras los demás del grupo, sin proferir una sola palabra ni tomar parte, se limitaban a mirar con los brazos cruzados, con una plácida sonrisa de indiferencia.
CRESCENCIA: (Restándole importancia.) Son cosas de léperos, se acostumbrará usted. (Con entusiasmo.) La semana pasada tomé el té con la Señora de Gorostiza. Mientras su esposo era ministro en Londres, asistió a un baile de máscaras y elegantes vestidos de noche ¡y decidimos hacer un baile como ese a beneficio de los pobres! Fanny, espero que Calderón y usted puedan venir. La Señora de Gorostiza me envió a su criada para que me diera todos los detalles del baile.
FANNY: No me lo perdería, señora Crescencia.
CRESCENCIA: (Con asombro.) Poco tiempo después, la Señor de Gorostiza me informó que nuestro portero, ¡el que le había abierto la puerta a la criada!, era un ladrón de mala fama, a quien la policía había estado buscando durante mucho tiempo.
FANNY: ¿Y qué hizo Santiago?
CRESCENCIA: Me dijo que él está a cargo de la casa y que yo no debo preocuparme por eso. (Suspira.) Solo tengo que disfrutar el té con las señoras, pero ellas son la vieja aristocracia virreinal y mi familia era criolla. No estoy segura de que yo pertenezca. Me dice Santiago que puedo desentenderme de este pensamiento y él honrará nuestros nombres con estatura y riqueza…
(Sonidos de pasos. Servicio de platos de té. Pausa. Las voces de Fanny y Crescencia bajan y solo se sienten susurros. Ambas cambian su tono de formal a informal. Sonidos de pasos. Se cierra la puerta.)