CRESCENCIA: Ahora que estamos solas, te diré algo. ¡Pero no puedes contarle esto a nadie!
Supimos de buena fuente, no por las criadas, no se fíe de ellas, Fanny, inventan cada calumnia… Y muchísimo menos de esta Cora, Fanny, la Condesa la hizo a su imagen y semejanza, es un demonio igual que ella. Por algo se la envió, querida…
FANNY: Lo venía sospechando. No me deja de espiar.
CRESCENCIA: Pero volviendo al tema, supimos… Ya sabrá usted que Santa Anna tiene fama de ser un mujeriego irredimible que ha tenido tórridos romances con varias esposas y amantes de sus oficiales… Una de ellas, Manatí (hasta el nombre es repugnante) es tan escandalosa como él. El día de su santo, Santa Anna le envió a esta Manatí, que también es amante del comandante en jefe, un regalo que consistía en ¡una caja con tres bandas de general! Con la súplica de que ella misma las pusiera a los que considerase más merecedores del grado. La tal Manatí colocó ella misma las bandas a sus favoritos y armados caballeros en su propio boudoir.
Moraleja: y así fueron coronados los que con sus armas triunfaron.
FANNY: Vaya, creo que es lo más descabellado que he oído desde que llegué a México…
CRESCENCIA: Escuché que uno de los amantes de la tal Manatí es el actual secretario del presidente Bustamante.
FANNY: ¡Y tan templado que me pareció Santa Anna en su hacienda Manga de Clavo!
CRESCENCIA: Cuando se trata de mujeres, no es extraño que los hombres se comporten como gallitos. (Sonido determinar su té) ¡Ya me tengo que ir, Santiago me llevará al paseo de la Alameda!
FANNY: Vaya, vaya con Santa Anna… con esa apariencia de filósofo… Ha de pasar mucho tiempo antes de que un extranjero pueda darse cuenta del nivel moral de este país. Cualquiera que sea la conducta privada de los individuos, prevalece el decoro más absoluto en la conducta exterior… Con tal de que se guarden las apariencias, la costumbre ha hecho posible que vean con tolerante indiferencia las más grandes arbitrariedades políticas entremezcladas con los más bajos amoríos…