FANNY: (Lee en voz alta.) Vuelvo al tema del Pentecostés. Para Pentecostés hay fiestas en San Agustín de las Cuevas que aglutinan la pasión de Cristo con la pasión de los juegos de azar. Las puertas de las iglesias y las casas de juego se abren simultáneamente. ¡Son tres días en que la religión es llamada a absolver a los participantes de sus pecados! Las pulquerías se llaman a sí mismas “Pulquerías de la Santísima Virgen” para santificar su producto. Son tres días en los que se brinda a la gente todo tipo de oportunidad para empeñarse o arruinarse.
Durante la fiesta, este pueblo, poco poblado, presenta la apariencia de un enorme hormiguero. Hay generales mexicanos y funcionarios, mandamases y comerciantes, condesas y doncellas, ladrones y léperos. La presencia del presidente Bustamante, asistido por sus edecanes, regala la aprobación a las diversiones. El primer día de la fiesta corrió el rumor de que el partido federal iba a realizar un ataque a los bancos. Esperaban procurarse un millón de pesos para la causa del federalismo. Pero si había algo de verdad en esto, el descubrimiento se ha hecho a tiempo, porque no ha ocurrido nada. San Agustín está alegre y concurrido.
FANNY: Entramos en el palenque de gallos. En el palco más destacado, están el presidente Bustamante, su séquito, varios de los ministros extranjeros, y señores con traje de noche y sombreros de copa. Los palcos ocupados por las damas parecen un jardín de flores de todos colores. Los espectadores, una mezcla de miembros de la situación política y la clase social, se inclinan desde su palco y apuestan. Las mujeres se unen al espíritu de la escena y también apuestan. Nuestro gallero se acerca.
GALLERO: ¡Bienvenido, Su Excelencia Embajador! ¿Cómo está usted? ¿Está usted bien? Le hallé el mejor gallo, le voy a hacer ganar una fortuna. ¡Usted apuéstele! Todos saben aquí que yo soy el mejor gallero de San Agustín. ¡Usted apuéstele sin miedo! Vea el gallo negro que le elegí para mañana. Mire, ese que está allá va a soltarlo: es el mejor soltador de México, muchos en vez de apostarle al gallo le apuestan a él. ¡Le digo! Estese atento, embajador. ¡Usted apuéstele con ganas y después sabrá agradecerme!
FANNY: Vaya salvaje diversión. ¿Señor, para qué es esa navaja?
GALLERO: Para el gallo, se le pone una navajita en la pata izquierda, en el espolón, señora.
FANNY: ¿Para que al cabo de pocos minutos uno u otro sucumba en un mar de sangre?
GALLERO: (Con orgullo.) ¡Así es, mi señora, así es! ¡Para servirle, señora!
CRESCENCIA: ¡Estimado embajador y señora Fanny, los buscábamos, quisiéramos invitarlos a nuestro palco!
FANNY: ¿Recuerdas, querido? Crescencia y Santiago son nuestros caseros. Ella ha tenido la amabilidad de presentarme a muchas señoras distinguidas.
EMBAJADOR: ¡¿Cómo no los voy a recordar?! El mayor de los placeres. ¿Cree que las peleas de gallos en México son mejores que en España, Santiago?
SANTIAGO: Estoy convencido, embajador, de que así es. Aunque no he estado en su patria, he oído que solamente los gallos de aquí se juegan el pescuezo por sus partidos (ambos se ríen.) Su gallo, ¿cuándo pelea?
EMBAJADOR: Mañana en la mañana. El suyo ahora…
SANTIAGO: Ahorita mismo, ya lo está anunciando el juez de valla.
CRESCENCIA: Disculpen, los espero en el palco. ¡La Condesa me hace señas! ¡Me está invitando! Por cierto, qué hermoso vestido señora Fanny… Acompáñame Santiago.
FANNY: Le ruego que me llame solo Fanny. ¿Vamos al palco, Calderón?
EMBAJADOR: Es que se ve muy bien desde acá. Va a pelear el gallo del presidente Bustamante con el de Santiago Carvajal. Es la disputa más esperada de estas fiestas.
Se han cerrado las apuestas. ¡Mira como Santiago está pegado a la valla! Los soltadores están caminando hacia atrás, ya van a dejar sus gallos en el piso. ¡Comienza la jugada! ¡Mira, mi amor! Los gallos se acercan. ¡Mira! Se arrancan el plumaje, se tiran picotazos, chocan en el aire y entrecruzan las primeras patadas.
FANNY: ¿El colorado es el gallo del presidente?
EMBAJADOR: No, ese es el de Santiago. El del presidente es el giro, el del partido verde. ¡El gallo del presidente tira mucho y rápidamente va a ganar!
FANNY: Me da tanta lástima el gallito de Santiago, ya está abatido.
EMBAJADOR: Un corte más y ya ese gallo no se levanta…
FANNY: ¿Este baño de sangre cuánto va a durar?
EMBAJADOR: Con un corte más lo acaba…
FANNY: ¡Ay, pobre gallito, está cansado!
EMBAJADOR: Está cortado, en diez minutos no se cansa un gallo, podrían pelear todo el día…
FANNY: Por eso las navajas…
EMBAJADOR: ¿No le apuestas al presidente, señora mía?
FANNY: No me gusta apostar.
EMBAJADOR: Está muy herido, pero demuestra casta… ¡Herido y tira! Tira poco, pero es muy certero el gallito de Santiago, hiere, hiere… está emparejando la pelea.
FANNY: Ahora me dan lástima los dos gallitos, están abatidos. ¿Y si ya no se atacan, qué pasa?
EMBAJADOR: Se presentan en la raya y el que no fondea gana.
FANNY: ¿Fondear?
EMBAJADOR: Apoyar el pico en el piso.
FANNY: ¿Ese soltador qué hace? ¿Lo va a sacrificar?
EMBAJADOR: Le corta el pescuezo para que no fondee. El otro le echa aire en el pico para lo mismo…
FANNY: ¿Y eso está permitido?
EMBAJADOR: ¡Mira y calla!
FANNY: ¡Qué diplomático, señor embajador!
EMBAJADOR: ¡El juez marcó tabla! ¡¿Quién lo iba a calcular?! ¡Tabla!
FANNY: ¡Ya vámonos Calderón o me voy a desmayar, no soporto ver sangre! ¡Tómame del brazo! Dime: ¿y tú desde cuándo sabes a qué gallo apostar?
EMBAJADOR: Le apuesto al gallero. Aunque lo veas descalzo y sin sombrero, está criado entre gallos de pelea, tiene los mejores pies de crías y se quiere ganar mi favor: solo le tengo que pedir el mejor gallo. (Con ironía). Están los pasionales que le apuestan al gallo, los advenedizos que se arreglan con el soltador y algunos diplomáticos que le apuestan al gallero. Un gallo debe ser agresivo, pero no avorazado; seguro, pero no confiado…
FANNY: Hablamos de política, ¿verdad?
EMBAJADOR: Y los más envalentonaditos tienen que estar muy bien amarrados porque en un descuido pueden hacer un desastre en el gallinero.