Escándalo

El guión y las notas históricas

CRESCENCIA: Ahora que estamos solas, te diré algo. ¡Pero no puedes contarle esto a nadie! 

Supimos de buena fuente, no por las criadas, no se fíe de ellas, Fanny, inventan cada calumnia… Y muchísimo menos de esta Cora, Fanny, la Condesa la hizo a su imagen y semejanza, es un demonio igual que ella. Por algo se la envió, querida…

FANNY: Lo venía sospechando. No me deja de espiar.

CRESCENCIA: Pero volviendo al tema, supimos… Ya sabrá usted que Santa Anna tiene fama de ser un mujeriego irredimible que ha tenido tórridos romances con varias esposas y amantes de sus oficiales… Una de ellas, Manatí (hasta el nombre es repugnante) es tan escandalosa como él. El día de su santo, Santa Anna le envió a esta Manatí, que también es amante del comandante en jefe, un regalo que consistía en ¡una caja con tres bandas de general! Con la súplica de que ella misma las pusiera a los que considerase más merecedores del grado. La tal Manatí colocó ella misma las bandas a sus favoritos y armados caballeros en su propio boudoir. 

Moraleja: y así fueron coronados los que con sus armas triunfaron.

FANNY: Vaya, creo que es lo más descabellado que he oído desde que llegué a México…

CRESCENCIA: Escuché que uno de los amantes de la tal Manatí es el actual secretario del presidente Bustamante.

FANNY: ¡Y tan templado que me pareció Santa Anna en su hacienda Manga de Clavo!

CRESCENCIA: Cuando se trata de mujeres, no es extraño que los hombres se comporten como gallitos. (Sonido determinar su té) ¡Ya me tengo que ir, Santiago me llevará al paseo de la Alameda!

CORA: (Burlándose de las señoras hacia el público.) ¡Escúchenlas! ¡No hay que llevarse de los chismes de las criadas porque no son de fiar! ¡JA! ¡Y cuidado con esa Cora! ¡JA! Pero las criadas sabemos lo que vemos y oímos, claro que ellas lo tomarán como “chisme” o “buena fuente” según les convenga. ¡Buena fuente! Ay, Crescencia, con tu Santiago: ¡Las sirvientas huyen de tu gallo alto mientras tú tomas el té con las señoras!
 
Y por favor: no se fíen de los chismes de los sirvientes o de los cocheros. No crean nada de lo que cuentan sobre las noches de reuniones clandestinas, porque ni los cocheros ni los lacayos ven ni oyen nada… no oyen sobre revueltas, ni sobre federalismo, ni sobre el regreso de Santa Anna. Nada ven ni oyen mientras esperan, trasladan y sirven a sus amos.
 

FANNY: Vaya, vaya con Santa Anna… con esa apariencia de filósofo… Ha de pasar mucho tiempo antes de que un extranjero pueda darse cuenta del nivel moral de este país. Cualquiera que sea la conducta privada de los individuos, prevalece el decoro más absoluto en la conducta exterior… Con tal de que se guarden las apariencias, la costumbre ha hecho posible que vean con tolerante indiferencia las más grandes arbitrariedades políticas entremezcladas con los más bajos amoríos…

General Antonio Lopez de Santa Anna
General Antonio Lopez de Santa Anna

Carta 51 de Madame Calderón de la Barca

Toluca, 19 de diciembre de 1840
“La señora Valencia dio un baile en el que ella y otras damas de la corte se presentaron con vestidos formales de colas largas, ensayando en los salones del palacio. Me dijeron, y de buena fuente, que el regalo enviado por Santa Anna a la señora del comandante en jefe, el día de su cumpleaños, fue una caja que contenía tres bandas de general, con el pedido de que se las regalara a los que considerase más merecedores de ellas; y que la dama misma abrochó las bandas a sus caballeros favoritos, en su propio boudoir. Así fue como la valentía fue recompensada en manos de una belleza; y así fueron coronados los que con sus armas triunfaron.

Carta 23 de Madame Calderón de la Barca

México, 5 de julio de 1840
La alta sociedad es, en su mayoría, caballeros de talento y conocimiento, y damas de la más alta respetabilidad, a cuyos nombres no se puede atribuir ninguna sospecha de escándalo. Pero también es cierto, pasa mucho tiempo antes de que un extranjero pueda darse cuenta del nivel moral de la clase alta. Sus miembros son extremadamente leales entre sí, y con un espíritu de corps acentuado, y rara vez chismean a los desconocidos sobre la indolencia de su clase; de hecho, si se insinúa tal cosa, niega todo conocimiento del hecho.
 
En tanto y en cuanto se conserve la decencia exterior, la costumbre los ha vuelto completamente indiferentes en cuanto a las relaciones con sus amigos íntimos. Y mientras una mujer asista a la iglesia con regularidad, sea patrona de las instituciones caritativas y no escandalice por su comportamiento exterior, puede hacer prácticamente lo que le plazca.
En cuanto a los coqueteos en público, aquí se desconocen. Sin embargo, debo confesar que esta indulgencia por parte de damas de reputación intachable a veces va demasiado lejos.”